En aquellos años todo era alegría, estaba despertando el estado de bienestar, habíamos cambiado el 600 ó el 850 por un Audi 80 o un Sierra Sport después de haber pasado por el 127 o el R5.
Un gran amigo de aquellos años era Andrés de Toro, buena persona hasta que descubrió que el dinero compra todo menos la inteligencia, puso en su mesa un rótulo que decía “mis clientes antes que mis parientes”, lo peor fue que se lo creyera haciéndolo extensivo a amigos y conocidos.
Su cargo era “jefe de producto” para las cintas de vídeo Scotch, de las que ya hablaré en el próximo comentario, ocasión que aproveché para proponerle un proyecto del que saldríamos todos beneficiados, especialmente él, yo y después 3M.
Se trataba de copiar La Guía Michelín y pasarla a vídeo.
Con sus cintas, dos autocaravanas, una para mi como vivienda y oficina de producción, la otra para otra pareja como equipo de rodaje y montaje.
Dos divertidos años recorriendo España, metro a metro además de un complejo pero dinámico conjunto de mapas y cintas de audio, también de 3M, ya que aún no había gps ni tonton.
El método de presentar estos proyectos pasaba por la máquina de escribir, unos quinientos folios describían esta trabajosa y “turística” idea.
Andrés me escuchó atentamente durante una media hora entre preguntas y respuestas para culminar con la promesa de leerlo con tranquilidad y estudiar su viabilidad.
Dos semanas después sentenció que ese era un proyecto visionario,
adelantado a su tiempo, que tal vez habría que esperar unos cinco años
antes de proponerlo a las altas esferas.
Cinco años después, en su despacho en NEC Ibérica como “jefe de producto” para telefonía móvil comentamos aquella idea y dijo, sin un pelo de vergüenza: “ese proyecto era para hacerlo en aquel momento, hoy ya está viejo”.
Anecdotares.
Guillermo Ares
Periodista y publicista
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