Capitulo dos. Memorias de un publicista en los 70.Grande Guillermo Ares….A propósito de Iberia…
La mujer del presidente.
Dardo era una agencia creada por un grupo de fuertes empresarios con la intención de perder dinero para así ser fieles a la tradición evadiendo las obligaciones fiscales propias de empresas de éxito.
Pero, cometieron el error de contratar a un equipo de profesionales que hizo escuela en la España dormida en creatividad publicitaria de los setenta.
De esta camada salieron nombres que hoy sonarían poco o nada, pero que fueron los padres de una etapa de premios internacionales y campañas para sacarse el sombrero.
En 1975 Dardo consigue la cuenta de Iberia para su producto Mundicolor, una agencia de viajes dentro de la Compañía Aérea.
La primera presentación al cliente de una campaña se hace al director de publicidad que después de analizarla y pedir todo tipo de explicaciones sobre algo que se explicaba solo, dijo muy serio que habría que prepararse para presentarla al presidente de Iberia en un par de días.
La pregunta del equipo de la agencia al salir de ese despacho rondó alrededor del convencimiento que el presidente de Iberia debería jugar al golf con el presidente de Douglas (fábrica de aviones) o con algún jeque árabe para negociar el precio del combustible de los aviones, pero bajar a ver el trabajo de cuatro pelagatos publicitarios…¿para qué tenía a todo un director de publicidad?
Déjale hacer su trabajo, si lo hace mal lo despides y ya está.
Dos días después llegó el gran momento, el presi estaba viendo la campaña y oyendo atentamente la argumentación creativa, de medios y dineros.
Al final le preguntó al aparentemente inútil director de publicidad qué le parecía, el que contestó con un lacónico “yo la dejé llegar hasta aquí”.
Seguía rondando la idea de cuál era el papel de uno y del otro hasta que el presidente dijo muy serio sin lugar a pensar que podría ser una broma: “dejármela que esta noche se la muestro a mi mujer”.
Dos horas más tarde seguíamos preguntándonos si la señora sería la vicepresidenta de Iberia, pero no.
No quisimos saber qué pasó aquella noche en el lecho conyugal de un madurísimo matrimonio que compartía hasta las campañas de la Compañía, fue aprobada y tuvo un enorme éxito en la calle.
Así se hacían las cosas en aquella época, en la que Soberano era cosa de hombres.
Para los más jóvenes, El slogan del brandy Soberano era “Soberano, cosa de hombres”.
Por Guillermo Ares